Por la Ruta del Sol.
DE SANTA CRUZ A MARBELLA EN BICICLETA.

Tarde o temprano quien haga cicloturismo pensará en viajar con una muy liviana tienda de campaña que pueda llevar fácilmente en las alforjas de su bicicleta.

La razón es obvia: durante un largo recorrido a pedales no siempre se cuenta con el presupuesto para gastar en hoteles o cabinas. Pero inclusive, aún pudiendo pagar un cuarto, habrá días en los que el camino se ha hecho más que largo y la noche nos atrapa encima de la bici en medio de la nada. Así las cosas, deberemos pernoctar donde se pueda. Y es ahí donde una sencilla tienda de campaña nos sacará del apuro.

Sin embargo, el asunto podría complicarse porque una tienda no siempre es lo más adecuado ni placentero si el viajero se ve obligado por las circunstancias a montar su refugio sobre un terreno pedregoso, con mucha pendiente o muy húmedo. En esos casos le garantizo que pasará una muy mala noche soñando quizá con una serena hamaca suspendida entre dos árboles. 

¡Claro, el invento indígena de la hamaca funciona estupendamente siempre y cuando consigamos protegernos de los mosquitos, de un inoportuno aguacero en medio de la oscuridad o del frío de la madrugada!

Visto así, no quedaría otra que meter en las alforjas una tienda de campaña junto con una hamaca, también un toldo en caso de lluvia y otro más para los zancudos. Es decir, complicado, voluminoso y pesado fardo si se viaja en bicicleta.

Una posible solución sería contar con algo que al mismo tiempo pudiera funcionar como tienda de campaña en unos casos; o de hamaca con un cobertizo en otros. Que yo sepa no existe tal cosa en los negocios o tiendas especializadas en artículos de "camping".

Buscando una solución, decidí juntar o pegar dos toldos livianos. Uno de 3 x 3 metros y otro de 2 x 3 metros. 

El toldo de 3 x 3 lo compré. El de 2 x 3 lo armé yo mismo a partir de dos retazos de tafetán, que es la tela con que se fabrican los paraguas. Como no sé coser ni tengo máquina para ello, recurrí al robusto pegamento para zapatos y a unos remaches. Así armé una sola pieza rectangular de 3 x 5 metros.


Con esta pieza rectangular impermeable se puede montar
una sencilla tienda de campaña y también una hamaca con techo o cobertizo
.



En las fotos de arriba el toldo verde de 3x3 hace de techo de la tienda.
Por su parte, el toldo gris de 2x3 hace de suelo de la misma.

Esta tienda no ocupa varillas. Basta con una cuerda que se ata entre dos árboles y unas pocas piquetas que la fijan al suelo.

Por otra parte, cuando se quiere convertir el conjunto en una hamaca, simplemente se frunce o pliega el toldo verde en dos extremos y se enrolla cada uno sobre un trozo corto de tubo PVC.

En este caso, el toldo verde pasa a ser el cuenco de la hamaca; mientras que el toldo gris será el cobertizo o techo.

        




Ganoso -así dicen en Guanacaste para expresar las ganas de hacer algo- me fui a esa bella provincia a probar en el terreno este híbrido tienda de campaña-hamaca.

Para ello, decidí hacer un viaje en bicicleta por la ruta 160 que algunos llaman la Ruta del Sol.  Esta ruta recorre muchas playas a lo largo de buena parte de la costa en la península de Nicoya. Por lo tanto, contaría con suficientes ocasiones para probar el conjunto, tanto como tienda de campaña o como hamaca.

El 19 de enero del 2021 tomé un bus en San José y llegué a Santa Cruz a eso de las 3 de la tarde.

En una cabina cercana a la parada de buses dejé a Karla, mi bici plegable, cargada con las alforjas en las que mi nueva tienda-hamaca esperaba su debut. Salí a hacer unas compras para llevar algo de comer durante ese viaje que sabía dónde iba a comenzar, pero no dónde habría a terminar. Iría, pues, sin destino definido. 

Por la noche, me invitó a cenar a su casa mi amiga santacruceña Virna Lissy Rocha. Allí conocí a sus hijas y saludé a la mamá de Virna. Esta bonita velada con tan hermosa familia fue un signo de que comenzaba mi aventura con pie derecho. 

Al día siguiente salí de Santa Cruz hacia playa Marbella que dista a 46 kilómetros.

Trayecto recorrido durante el primer día del viaje.

Una primera paradita cerca de Lagunilla.
Imposible seguir de lejos si hay pipas.

Pasando entre San Pedro y Caimito llamaron mi atención unas esculturas de madera que se exhibían al lado del camino.




Me detuve para apreciarlas y entonces supe que esas bellezas las crea a partir de restos de maderas preciosas un artista llamado don Francisco con quien pude conversar amenamente por un rato. 

Lo primero que le pregunté fue dónde consigue el ron ron, el cocobolo, el roble y el casi extinto nacascolo.  

- "Yo conozco las maderas finas -me respondió- y están tiradas por ahí porque antes las usaron como postes de cercas y hasta de casetas de excusado. Yo las recojo y las trabajo".

Las manos fuertes de don Francisco hacen magia y convierten tablas deformes en auténticas obras de arte.


Don Francisco creando una pieza a partir de maderas desechadas.

Asombrado por las destrezas de este artista me despedí y continué hacia la comunidad de 27 de Abril. Desde esta comunidad parten dos ciclovías que muchos deseáramos en el Valle Central. Una de ellas va hasta Santa Rosa de Santa Cruz. La otra, hasta Río Seco.



Llegando a Río Seco se deja la ciclovía y se continúa por un muy pintoresco y sombreado camino de grava.
 
La capilla de Río Seco.

La Ruta del Sol luego de Río Seco.

A partir de Río Seco prácticamente desaparece el pavimento a lo largo de la Ruta del Sol y no volverá a acompañar al viajero sino hasta en Nosara y en Cóbano, lo que convierte a la Ruta en un bonito y polvoriento camino rústico.

Poco después del mediodía llegué a playa Lagarto que sigue siendo un plácido lugar alejado del ajetreo del turismo de masas.




Hermosa casa con un toque típico del Valle Central
en playa Lagarto, Guanacaste.

Dejé playa Lagarto y volví al camino para alcanzar mi destino de este día: playa Marbella, donde monté para su primera prueba de campo mi refugio en versión tienda de campaña.

La tienda con mosquitero en la entrada.



Una de las cosas que aprecio de esta tienda es que dispone de espacio suficiente para acomodar incluso a mi bicicleta Karla.

Karla dentro de la tienda de campaña.

Armada la tienda y dispuesto el campamento, un día de pedales se corona bien con un buen té y una comida ligera. 


El resto de la tarde lo aproveché en un refrescante baño de mar y en vagar simplemente por la playa.





Despedido el sol, me fui a dormir más o menos temprano porque como un carajillo en Navidad estaba con la fiebre de estrenar mi tienda de campaña. ¡Qué varas de roco!

Ir al relato siguiente:
DE MARBELLA A SAN JUANILLO.

_____________________________

* La idea de convertir un toldo en hamaca la tomé de JJ Adventure 

Comentarios

  1. Sr Rohanny, es usted todo un ingeniero. Qué ingenioso!

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    1. Gracias, mi estimado Joe. Se hace lo que se puede. A veces se acierta, otras no.

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  2. Hola, los Chinos lo podrían contratar, ese invento está genial.

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  3. Que lugares mas hermosos, y esas aventuras son dignas de un libro, ya me imagino " Las aventuras de mi amada Karla y yo." ja ja ja ..

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    1. Hola. Gracias por su comentario. De hecho este blog viene a ser como un primer borrador. Tal vez de aquí salga un libro. Ya veremos.

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  4. Hola , ya veo el contrato con los Chinos comprándote la patente.

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