El decapitado fantasma de playa Tivives.

 - ¡Aquí... aquí... aquí!

Dicen que cuando la luna llena ilumina las noches de playa Tivives, los retumbos del mar traen los desgarradores gritos que con tenebrosa voz lanza al aire un fantasma sin cabeza que deambula por aquellas arenas.

 - "¡Aquí... aquí... aquí!". Repite sin cesar el espectro.

También dicen que en la desembocadura del río Jesús María, en las noches de octubre, se ve bajar un bote vacío que nadie tripula. Esa misteriosa embarcación se queda quieta al pie de un viejo árbol de guanacaste a la orilla del río. Y entonces, un desgarrador grito corta en dos la oscuridad:

 - ¡Aquí... aquí... aquí!

Escalofríos, miedos y espasmos se apoderan de quien se atreva a andar de noche por la ensenada del río Jesús María que conserva la memoria de un crimen atroz.

La historia es así:

Cuando Costa Rica era todavía una colonia de España fuimos atacados por piratas ingleses, franceses y holandeses tanto en el mar del Caribe como en las costas del Pacífico. Matina, Nicoya y Esparza fueron desmanteladas y asoladas varias veces por esos corsarios delincuentes del mar.

Algunos de ellos usaban la ensenada que existe en la desembocadura del río Jesús María, al sur de playa Tivives, pues les facilitaba un excelente escondite para reparar sus naves, cazar y descansar un poco de sus fechorías.


Ensenada del río Jesús María.

Una leyenda cuenta que en una ocasión un barco pirata venía cargado de oro, siendo esta nave comandada por un tal Dampier. 

Al llegar al llamado peñón de Tivives, el capitán Dampier ordenó a su tripulación descender del navío y vigilar desde lo alto del pequeño acantilado.

Luego, el bucanero capitán continuó hacia la ensenada solamente acompañado de otro pirata llamado Sharp, un verdadero desalmado, asesino, cuyo corazón era del diablo.

Pero como la codicia corroe fácilmente el alma humana, Dampier le propuso a Sharp que puesto que estaban solos bien podían ocultar el oro en la orilla del río y escapar con la nave abandonando a los demás compañeros en el peñón de Tiivies. Más adelante, pasado un largo tiempo, podrían ellos dos volver por el tesoro. 

Cuando ya atardecía, ambos corsarios intercambiaron miradas de complicidad que chispeaban de codicia. Luego se pusieron a cavar un hoyo al pie de un enorme árbol de guanacaste en las orillas del río, río que aunque lleva el nombre de dos benditos: Jesús y María, iba a presenciar en pocas horas el paso mismo de Satanás. 

En cuanto el hueco estuvo terminado, oro y más oro fue allí enterrado. Ya para entonces había caído la noche.

Fue en ese momento cuando vino lo peor.

Sin avisar y con la velocidad mortal de un rayo, Dampier sacó un puñal que brilló a la luz de la luna y a traición lo hundió muchísimas veces en el cuerpo de su compañero Sharp cuya sangre llegó hasta las aguas del Jesús María. Desfallecido se dobló y cayó sobre el oro, desangrándose a borbollones mientras maldecía e invocaba el nombre de su padre el diablo. Allí murió.

Dampier limpió la sangre del puñal y respiró aliviado pensando que ahora el oro sería todo para él. Pero entonces la fétida presencia de Satanás llegó y se metió en el todavía tibio cadáver de Sharp que abrió unos ojos rojos como tizones y rugió desde el hoyo con desgarrada voz: "¡Aquí.. aquí... aquí!".

Dampier aterrado, para que se apagara aquella maléfica y destemplada garganta, cortó de un sablazo la cabeza del reavivado cadáver de Sharp.  Pero, el decapitado se levantó furioso, salió del hueco y dirigiéndose hacia el mar, de su cuerpo sin cabeza emergió una vez más una horrible voz:  - ¡Aquí... aquí... aquí!

Dampier huyó hacia el peñón del Tivives para pedir la ayuda de sus compañeros, aquellos mismos a los que hacía poco pensaba dejar abandonados a su suerte. Ellos, a lo lejos vieron cómo la gélida luz de la luna les traía la horrible aparición de un cuerpo que sin cabeza y con las manos extendidas perseguía por la playa a su capitán Dampier. 

De alguna manera los piratas consiguieron llegar a la nave, zarparon y nunca más volvieron a Tivives. 

En cuanto al tesoro, debe de estar todavía enterrado por ahí en la margen izquierda del río Jesús María, al pie de un antiguo árbol de guanacaste. Pero cuidado, no deje usted que la codicia empañe su conciencia ni su alma, pues el oro es vigilado hasta el día de hoy por el fantasma decapitado, hijo del diablo, que sale por las noches de luna llena en playa Tivives y otras cercanas a gritar:  
- ¡Aquí... aquí... aquí!

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¿Aquí qué?

Bueno, ahora que lo pienso mejor, quizá el fantasma quiere señalar el lugar exacto donde se encuentra el oro, pues sería su venganza contra Dampier.

Cuando supe de esta leyenda, yo mismo fui a dar a aquel rincón con mi bicicleta Karla.

Playa Tivives. Al fondo la desembocadura del Jesús María.

El 12 de setiembre del 2019 salí de Puntarenas y me dirigí hacia Puerto Caldera. Como se acercaban las fiestas patrias había adornado con una bandera a Karla. Por lo tanto, no fue una sorpresa encontrarnos en Caldera señales similares de la celebración de nuestra independencia de España, aunque no necesariamente de los piratas que todavía medran a costa de nuestra nación.


Caldera.

Viajar de Puntarenas centro a Caldera no es complicado. De hecho, es un agradable paseo de unos 15 kilómetros.

No obstante, alcanzar Tivives desde Caldera supone sortear una especie de meseta de aproximadamente 6 o 7 kilómetros de largura que se interpone entre ambos lugares.



Trayecto entre Mata de Limón, en Caldera, y playa Tivives.

Detrás de Puerto Caldera se ve la meseta hacia Tivives.

Sin embargo, bien vale la pena adentrarse en ese alto sendero, pues se trata de una zona muy verde y bonita, llevadera por demás gracias a un camino bastante sombreado.





Eso sí, en algunos tramos del recorrido debe uno disponerse a batir un poco de barro que las lluvias y lo umbroso del lugar conservan allí, imagino, a lo largo del año.



Si decide ir, lleve también sus oídos atentos porque en algunos sectores del camino el aire le traerá los retumbos y rumores del mar, aunque no lo vea de momento.

En este punto del camino el mar está un poco lejos, pero se escucha como si estuviera muy cerca.

Luego, al bajar una pendiente, la desembocadura del Jesús María, donde decapitaron a Sharp, le saldrá al paso como invitándole a recordar la leyenda.

Al fondo la desembocadura del río Jesús María.

Pero antes de tocar la playa se topará usted -como ocurre con la vida de todos nosotros- con una encrucijada: ¿Adónde ir, cuál camino tomar, el de la derecha o la izquierda? Por ello, conviene ir equipado con un mapa, o mejor aún con una aplicación en su celular como Maps.Me.


Bajando la meseta, saldrá del camino de tierra y encontrará una calle pavimentada que lo lleva a Tivives. Por si no lo sabía -yo no- ha cruzado usted una zona protegida.


Al llegar a Tivives verá usted que tiene algunos peñascos que explican por qué estos lugares fueron usados como altos miradores o puntos de vigilancia de los piratas.


Quizá me equivoque, pero en cuanto alcancé la playa pude percibir cierto aire de abandono del lugar. Hay muchas cabinas y casas de veraneo, varias de las cuales lucen apagadas, sin vida, abandonadas, como si fueran refugio de fantasmas. Algunas, tienen ventanas cerradas con tablas clavadas de las que cuelga un letrero: Se vende o se alquila. Encontré también un único bar con muy pocos parroquianos atendido por un aburrido cantinero.

¿Y la playa, qué tal?
La vi con muy pocos visitantes que paseaban distraídos entre los leños traídos por el mar.

Karla en playa Tivives.

Luego de andar brevemente por el centro de Tivives, le dije a Karla que nos fuéramos a la desembocadura donde ocurrió el asesinato de Sharp. 

Desembocadura del Jesús María vista desde Tivives.

Contrariamente a lo que esperaba, al llegar descubrí un lugar de serena belleza, que en nada recuerda los diabólicos sucesos que según la leyenda ocurrieron allí.

Desembocadura del río Jesús María. Por aquí entraban las naves piratas buscando un lugar donde esconderse.

Ensenada de Jesús María.



Cuando ya anochecía, y a pesar de la belleza del lugar, consideré oportuno regresar adonde pasaría la noche. Por supuesto, busqué una habitación lejos de la oscura posible presencia del fantasma de playa Tivives y alrededores: Es que... uno nunca sabe...

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Más sobre la leyenda del fantasma del pirata sin cabeza.
https://es.wikipedia.org/wiki/Pirata_sin_cabeza

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