Por la Ruta del Sol.
DE PUNTA ISLITA A PLAYA COYOTE EN BICICLETA.

Luego de un par de días de descanso en Punta Islita volví a la cleteada. De alguna manera ya echaba de menos la Ruta del Sol con su camino de grava, polvo y muchísimo sol.

Pero como lo primero es lo primero, antes que nada desayuné como un rey en el restaurante Donde Cambute.

Después, terminé de alistar los aperos de la bici, me despedí de mi amiga Hellen y de Jose, su esposo.

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DE PLAYA BARRIGONA A PUNTA ISLITA EN BICICLETA.
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Para evitar arratonamientos o calambres prematuros salí empujando a Karla, mi bici, porque sabía que casi de inmediato tendría que empezar a subir el cerro Bogantes.

Dicho y hecho. En cuanto abandoné Islita sudé tacacos en las pendientes del cerro, algunas con hasta de 21 grados de inclinación. Aún a pie era difícil hacerse el valiente. Fui despacio, tomando aire, viendo el océano y dejándome llenar de la energía que resonaba en aquel monte, camino y mar. 

¡Para mí, semejante escenario en la mañana del 25 de enero del 2021 era un premio mayor solo para conquistadores!

En el punto más alto del camino, dejé la bici a la vera y me detuve un buen rato solo a contemplar.

¿De qué me llenaba los ojos?

De esto.






Inicié el descenso del cerro Bogantes y en un recodo, inesperadamente, me encontré con otro cicloturista que venía en sentido contrario. Se trataba de otro roco como yo. Nos detuvimos a saludarnos medio asombrados el uno del otro. 

Este cletero era costarricense y dijo llamarse Sergio. Ya antes me había topado con cicloturistas extranjeros, pero jamás con un tico en plan de bicicleta, alforjas y loqueras.

Mientras nos presentábamos observé la simplicidad de su equipaje. Aprendí de este colega que debo ser mucho más minimalista y andar con lo estrictamente necesario en mis alforjas. Luego de conversar brevemente nos despedimos. Él continuó subiendo y yo bajando.


Ruta de 28 kilómetros entre Punta Islita y playa Coyote.

Cuando salí del cerro Bogantes vi un letrero que señalaba hacia Corozalito. ¿Qué es un corozal? Pues yo no tenía ni idea.

Un corozal resultó ser, según lo consigna el Diccionario de la Real Academia Española, un lugar donde hay palmeras de una especie que se caracteriza por sus espinas. También se refiere al fruto de la tal palmera que es parecido a un pejibaye pequeño. Pues bien, seguí el letrero y llegué a Corozalito donde por cierto encontré algunos corozales.



Retorné a la ruta 160 y pasé por el cerro Jabilla que está antes de Pilas de Bejuco. De aquí fui a parar a una playa de pescadores. 

Playa Bejuco.

Visitado Bejuco seguí hasta Pueblo Nuevo. 

Debido a los cerros, cuestas y bellos paisajes, esa mañana había avanzado muy pocos kilómetros. Cuando el mediodía me alcanzó yo andaba todavía por ahí dándole a los pedales. Entonces, llamó mi atención un letrero más. Pero con este no tuve problemas de significado porque anunciaba pizzas en el bar y restaurante Cabinas Chan. 

Sin muchas expectativas me dirigí al bar, decidido a arriesgarme con una vegetariana. ¡Pues vea usted: Resultó una pizza memorable que gustoso volvería a probar! Estaba hecha con pasta artesanal, muy delgadita y crujiente sobre la que colocaron buen queso, tomatitos picados, hongos, aceitunas y otros vegetales. Devoré la mitad y guardé la otra para la cena. Sin duda, toda una sorpresa en un pueblito minúsculo perdido en aquellas tierras calurosas. 

Salí de Pueblo Nuevo pensando que me faltaba todavía remontar el cerro San Miguel, que aunque no es tan alto como el Bogantes igual complica un poco la vida a cleteros como yo. Una vez vencido el cerro llegué a la playa del lugar que también lleva el nombre del arcángel.

Ya en este sector la Ruta del Sol se torna bastante llana porque han quedado atrás los cerros más altos: el Coró, el Bogantes, Jabilla y el recién citado San Miguel.


El llano camino hacia Coyote.

En la llanura empecé a devorar kilómetros con rapidez a pesar de que ocasionalmente la cadena de la bici se desmontaba y pasaba del plato mayor al plato menor. No le di importancia al asunto y continué. Así y todo cuando me percaté estaba en Costa de Oro.




Después, como a las 3 o 4 de la tarde llegué bien empolvado a Coyote. 


En esta playa vi un par de zonas de campamento con agua, servicios sanitarios, luz eléctrica, facilidades para cocinar y levantar una tienda de campaña. Por recomendación de uno de los hijos de Hellen, en Punta Islita, escogí el campamento de Carlos Tanga. 


Don Carlos Tanga (así se hace llamar el dueño del negocio) es un hombre mayor, bastante simpático y divertido que constantemente mezcla el español y el inglés mientras conversa con sus clientes. 

Escultura dedicada a Carlos Tanga.

Aunque quería refugiarme esa noche en mi tienda de campaña, don Carlos me advirtió que eso no era posible debido a la restricción sanitaria por la pandemia de la COVID-19. Dichosamente, don Carlos me alquiló lo que en algún momento del siglo pasado fue una casa rodante o "camper". Allí en ese destartalado cajón me metí con Karla.




Después de una oportuna y necesaria bañadita, me puse ropa limpia y me fui al bar por un agua mineral con hielo, limón y sal. ¡Qué nadie salga con comentarios capciosos! El asunto es que a lo largo de mis viajes he descubierto que el agua mineral resulta mucho mejor que las cervezas para aplacar la sed luego de un día de pedales. 

De Coyote solo puedo decir -a lo tico- que es una playa chivísima. Yo pienso que como premio por haber llegado hasta ahí, la tarde me reconfortó con una puesta de sol más allá de hermosa. Las fotos de abajo apenas dan una idea aproximada.











Esa noche no había nadie en el campamento. Era todo para mí. Así que sin prisas encendí mi cocinilla de gas para calentar el trozo de pizza que había traído desde Pueblo Nuevo. Sabiendo a lo que venía, la degusté con la misma satisfacción que en el almuerzo.

Tal como me lo advirtió don Carlos, vi que efectivamente llegó por el lugar una patrulla. La policía andaba verificando la no presencia de campamentos ni aglomeraciones en la playa. En lo que a mí respecta, tempranito me fui a dormir como un roquillo bien portado.

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DE PLAYA COYOTE A PLAYA ARIO.


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