DE HEREDIA A BAJAMAR A DOS RUEDAS Y PEDALES (Día 1).
Por motivos personales y familiares Karla ha estado guardada más de lo debido durante buena parte del 2024 y los primeros meses del 2025. Solo ha hecho ocasionales viajecitos cortos de fines de semana apenas como para sacudirse el polvo y la pereza.
Pero, le llegó el día.
Y fue el 10 de abril del 2025 cuando contenta la Karlilla salió temprano, por ahí de las 6: 30 de una linda y despejada rojo-amarilla mañana herediana, justo antes de que terminaran los días del verano y de que comenzara el masivo tropel de estresados viajeros hacia las playas por causa de la Semana Mayor.
El plan de viaje para este día era pedalear hasta Orotina siguiendo el clásico trayecto que va mayoritariamente por la ruta 3. Vale decir: Mercedes Norte - Alajuela - La Garita - Atenas - San Mateo - Orotina.
Sin embargo, al llegar a Atenas las cosas súbitamente cambiaron.
Mientras almorzaba al estilo salvadoreño (una pupusa y un refresco natural) saqué el celular y empecé a repasar la ruta.
Vi, entonces, que cerca de donde estaba existe, ahí mismo en Atenas, un trayecto alterno que pasa por un barrio llamado Mercedes; luego sigue hacia otro, de nombre Jesús; y de ahí se enfila hacia el Alto Higuerón para rencontrar la ruta 3, muy cerca de Desmonte.
No sé si motivado por la pupusa, me creí Bukele dispuesto a encarcelar el añejo camino y explorar este nuevo.
Y, efectivamente, valió la pena el desvío.
Este nuevo derrotero me deparó menos tránsito y nuevas vistas.
Encontré, por ejemplo, que algunos vecinos habían adornado el frente de sus casas con llamarivas cruces de recordación y homenaje por el tiempo de Cuaresma.
Después de alcanzar el pueblito Jesús fui a parar a Plancillo, un caserío muy bonito que tiene la consigna ser un lugar ecológico.
Pero al dejar Plancillo empecé a padecer las consecuencias de mi plan alternativo, pues el cambio de ruta me llevó, cosa que sabía, por el trayecto que conduce al Alto Higuerón.
Lo que no esperaba fue la tremenda trepada por un camino de lastre bastante suelto y solitario.
La considerable pendiente me obligó a bajar de la bicicleta para empujarla, pero las gastadas suelas de mis viejos zapatos estaban muy lisas y no conseguía afianzarme bien a causa de la piedrilla suelta. Ni se diga que luchaba además con el peso de la bicicleta, de las alforjas y el cansancio.
Con todo y todo, me llevé una bonita sorpresa al encontrar en aquel silencio un precioso y muy venerable árbol bien plantado en medio del camino. Paré a saludarlo y a respirar un rato.
Al final, conseguí salir aunque fuera resoplando a la ruta 3. Allí el pavimento me llevó como si viajara en moto en un delicioso y descansado descenso por el cerro del Aguacate.
Pasé por San Mateo y conquisté Orotina creo que hacia las 2 de la tarde. No preciso bien.
Busqué una cabina, pero un chino me dio la mala noticia de que el negocio había cerrado.
Fui a tocar otras puertas. Solo que para desventura mía resultaron muy caras para este proletario viajero.
Finalmente, encontré un buen lugar amén de barato y con reconfortante agua caliente.
Después hice una siesta para reponer fuerzas.
Al anochecer salí a devorar una cena y me acosté tempranito, pues la ruta de Orotina - Bajamar no la conocía y quería aprovechar el sol fresquito de la mañana siguiente para llegar a la playa antes del mediodía.
Al menos, ese era el nuevo plan... que para variar -según la maña de los planes en bici- casi nunca se cumplen, como de hecho ocurrió en este caso, pues dos obstáculos me retrasarían. El primero, fue un grupo de fantasmas que me salió al paso.
Pero luego le cuento esa historia.
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Heredia - Orotina.
DÏA 1










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