PEDALEANDO POR LA ZONA SUR. Día 1

Cuando bajé del bus de Tracopa en Buenos Aires de Puntarenas, me recibió la calurosa y soleada tarde del domingo 26 de febrero del 2023.

De inmediato, el encargado de los equipajes sacó del maletero inferior del autobús a Karla -mi bicicleta plegable- con sus alforjas.

El bus siguió hacia Ciudad Neily. 

De mi parte, en un santiamén armé la bici y salí a buscar hospedaje cerca de la estación.

A la mañana siguiente desayuné en una soda del mercado y por ahí de las 7 tomé rumbo a Sierpe.

Al poco de cletear, ya en la carretera que lleva a Palmar Norte, empecé a notar que el viento en contra me acompañaba como pasajero no invitado. Luego supe que estaría conmigo prácticamente a lo largo de todo el trayecto.

Posteriormente, creo que a las 8 y media de la mañana, se sumó otro pasajero más que nadie convidó: un sol intenso, encandilante y cansador.

Así me fui, con esos dos amigos a lo largo de casi toda aquella jornada de 81 kilómetros entre Buenos Aires y Sierpe.

Karla por la carretera sur soportando sol y viento en contra.




Ruta seguida entre Buenos Aires y Sierpe.

Continué avanzando por esa sinuosa carretera que me deparó cielos intensamente azules contra tierras coloradas y secas que aumentaban la sensación de calor y desierta soledad.



Al pasar por Rey Curré paré un momento para comprar un par de pipas y disfrutar del frescor que ofrece esa gentil comunidad originaria que vive al lado del camino.



Lindo ranchito en Rey Curré.



Dichosamente, a diferencia del viento y del candente sol, el Grande de Térraba sí es un compañero bienvenido en el trayecto hacia Palmar Norte. 

De cuando en cuando, conforme avanzaba miraba hacia el rio y con el pensamiento le enviaba este mensaje: 

- Amigo, sabés una cosa, tu sola presencia me refresca y alivia.

Karla igualmente le enviaba buenas vibras al río.





Mientras piropeaba al río, me encontré una capilla evangélica que yace sola y abandonada entre el Térraba y la carretera. Hallé que al lado del templete había un tubo del que me puede surtir de agua gratis.


Ya por la tarde, pasé por Palmar Norte y su vecino Palmar Sur. 

Sin detenerme continué hacia Sierpe adentrándome en lo que antes fueron intensos bananales convertidos ahora en sembradíos de palma africana.


Finalmente, alcancé mi meta de ese día.

El río Sierpe.

En Sierpe busqué una cabina para pasar la noche y repasar lo vivido durante el camino.

Me dije que aunque era esta la segunda ocasión que recorría en bicicleta el trayecto entre Buenos Aires y Sierpe, lo había disfrutado tanto como la primera vez. Esto, a pesar de los inoportunos no invitados viento y sol.

Cuando me metí a la cama, conmigo se acostaron otras dos no invitadas: Ansiedad e Incertidumbre; quizá porque al día siguiente recorrería un camino totalmente desconocido para mí. Sin embargo, al rato se fueron y me dormí temprano con la idea de reponer energía. Y fue un acierto descansar profundo porque la posterior jornada me llevó por un sendero que me sacó el corazón por la boca. 

Pero esa es otra historia.




 


Comentarios

LO MÁS VISTO.

El héroe olvidado. PARTE 2.

Por la Ruta del Sol.
DE SANTA CRUZ A MARBELLA EN BICICLETA.

Primera exploración a pata del Camino de las Mulas. DÍA 1.

El decapitado fantasma de playa Tivives.

Por la Ruta del Sol.
DE SAN JUANILLO A PLAYA BARRIGONA EN BICICLETA.

Karla I y el mojón fronterizo número 20.

LIBRO DIGITAL GRATUITO: Memorias en bicicleta 3.

VOLVIENDO A GUANACASTE EN CLETA. DÍA 1.

Un viaje frustrado al cerro Los Santos, en Nambí de Nicoya, con recompensa inesperada.