En bicicleta de Heredia a Guanacaste con cumpleaños memorable incluido.

 ¡Bomba!
Las playas de Tamarindo
no se juntan con las del Coco.
Mi mama no te quiere,
ni yo tampoco.
¡Uyuyui bajura!

No sé por qué, esta letrilla de despecho me llevó a preguntarme si un roco como yo podría ir en bicicleta desde Heredia hasta Tamarindo.

La respuesta que obtuve fue que sí puede, pero aplicando el antiguo y romano dicho que reza: divide et vinces. Es decir, divide y vencerás. También, un roco podría aplicar otro refrán que enseña que el gallo vejo con el ala mata.

Así las cosas, un día decidí aventurarme en ese recorrido de unos 242 kilómetros, dividiendo la faena en siete jornadas.

Lo hice del siguiente modo:

  • Jornada 1:
    Heredia a Atenas.
    Distancia aproximada 35 km.

  • Jornada 2:
    Atenas-Orotina.
    Distancia aproximada 25 km.

  • Jornada 3:
    Orotina-Puntarenas. 
    Distancia aproximada 44 km.

  • Jornada 4: 
    Puntarenas-playa Naranjo (vía ferry)
    y luego en bicicleta de playa Naranjo a San Pablo de Nandayure.
    Distancia aproximada 40 km.

  • Jornada 5:
    San Pablo de Nandayure-Santa Bárbara de Santa Cruz.
    Distancia aproximada 54 km.

  • Jornada 6:
    Santa Bárbara-Santa Cruz centro.
    Distancia aproximada 9 km.

  • Jornada 7:
    Santa Cruz-Tamarindo.
    Distancia aproximada 35 km.
Al final, entre otras idas, venidas y desvíos, resultaron 282 kilómetros exactos. Muy probablemente se podría ahorrar un día si en la quinta jornada uno viajara desde San Pablo de Nandayure a Santa Cruz, para rematar en el sexto día en Tamarindo.

Atardecer en playa Tamarindo.



Es obvio que para realizar este viaje hay que prepararse con tiempo y calma. Conviene antes que nada entrenar física y sicológicamente, pues no es sensato salir sin más de la casa.  

Se debe tener un ahorrito que permita descansar en alojamientos o cabinas con baño y buena cama, almorzar decentemente en sodas y comprar la suficiente hidratación, bloqueador solar y otros pertrechos.

Lo demás, le será dado por añadidura a quien se anime a volar pedal poco a poco, con calma. Yo, mientras rodaba a lo largo de las siete jornadas me repetía varias veces que no iba compitiendo con nadie, ni siquiera conmigo mismo. Además, me propuse que el objetivo no era llegar a la meta final -en este caso Tamarindo- sino que el propósito del viaje era gozar el viaje mismo, el camino de cada día. Aplicando esta filosofía, cuando me di cuenta estaba viendo un espléndido atardecer guanacasteco en playa Tamarindo.

A continuación, un resumen de las primeras tres jornadas.

Jornada 1: 
De Heredia a Atenas. 
Distancia aproximada 35 km.
Fecha: 9 de enero del 2020.

Este primer trayecto del viaje depara gran satisfacción por las vistas que ofrece. Se sale de Heredia hacia Alajuela pasando por San Lorenzo, San Juan y Desamparados de Santa Bárbara. Al llegar a Alajuela se toma la ruta nacional 3 que pasa por La Garita y conduce a Atenas.

Vivero camino a La Garita.

Subiendo hacia Atenas.

En la ciudad ateniense me costó encontrar un lugar donde pasar la noche. Si usted decide hacer este mismo recorrido no pierda el tiempo en las cabinas Don Francisco. En dos viajes diferentes he intentado hospedarme ahí, pero me han dicho que solo trabajan con grupos. (Entiéndase, grupos de turistas extranjeros). 

Una opción mucho mejor, aunque un poco retirada del centro de Atenas, es finca Los Huetares: un lugar bastante tranquilo que a precios razonables ofrece servicio de restaurante, piscina y amplias zonas verdes con magníficas vistas a los volcanes Poás y Barva y el lamento de los cuyeos por la noche.

Arriba, el volcán Barva visto desde finca Los Huetares.
Abajo, el Poás y el Barva a la luz de la luna.


Jornada 2: 
De Atenas a Orotina. 
Distancia aproximada: 25 km.
Fecha: 10 de enero del 2020.

Gran parte de esos 25 kilómetros discurren en una ligera cuesta arriba. En consecuencia, hay que tomarse esta jornada con cierta calma. Pero cuando empiece a bajar la llamada cuesta del Aguacate, la alegría le saldrá espontánea a raudales. Se lo garantizo.

Saliendo de Atenas.

Como si fuera un bosque en llamas. 
Paisaje bajando la cuesta del Aguacate.

Ruta 3 hacia San Mateo.

Estos puestitos de frutas son una bendición para el ciclista.
Evidencian además que uno está cerca de Orotina.


Jornada 3: 
De Orotina a Puntarenas.
Distancia aproximada: 44 km.
Fecha: 11 de enero del 2020.

Este trayecto es un poquito largo. Recuerde que es prohibido viajar en bicicleta por la ruta 27, por lo que deberá seguir la ruta 131.

Ruta seguida por la  carretera 131.

Además, entre San Mateo y Esparza deberá enfrentar dos cuestas importantes, esas que entre jadeos obligan a bajarse de la bici.

Pero, usted verá recompensado su esfuerzo con lo pintoresco del lugar. Aliste su cámara fotográfica porque sin duda la necesitará.


En esta zona verá varias casas con cercas vivas y zonas verdes.


Esté atento al llegar al río Jesús María, que no debe confundirse con otro río del mismo nombre que desemboca en la ensenada de playa Tivives y su fantasma sin cabeza.

Este otro Jesús María marca el límite entre San Mateo y Esparza.  También es el límite entre Alajuela y Puntarenas.

Sobre este río hay un puente de piedra que data del siglo XIX. Es el famoso y macizo puente de Las Damas del que se dice que recibe su nombre porque en el siglo antepasado varias mujeres recogieron dinero para financiar su construcción cuando en el país se hacían muchos esfuerzos para construir una carretera entre San José y Puntarenas, a fin de facilitar la exportación del café.

El puente de piedra Las Damas.


Límite entre Alajuela y Puntarenas.
Puente de Las Damas sobre el río Jesús María

Cuando yo pasé por ahí, poco después a la derecha encontré un letrero que invitaba a entrar a lo que resultó un precioso lugar para acampar. Se trata del Centro Turístico El Relax. Este es un emprendimiento que daba sus primeros pasos cuando lo visité. 

Si a usted le gusta acampar, considere El Relax como una opción. Hallará una bonita zona de recreo con baños y algunas otras facilidades.

Estuve en este lugar poquito tiempo, pues Puntarenas estaba aún lejos.

Mi bici Karla en El Relax.



Al salir de nuevo a la carretera, me detuve para consultar el celular y responder algunos mensajes porque ese día estaba de cumpleaños y algunos familiares y amigos me mandaban saludos. Estaba en eso cuando veo pasar a un cicloturista con toda la pinta de un extranjero. Me saludó con la mano, pero luego se detuvo varios metros adelante. Como vi que me estaba esperando guardé el celular y decidí alcanzarlo.

Resultó ser un inglés algo mayor que yo. Brevemente me dijo que se llamaba John, que ese día venía de Orotina y que estaba viajando hacia Puntarenas.

¡Pues nada, había encontrado un compañero de viaje! Ahí nos fuimos más o menos juntos conversando, él en impecable inglés británico y yo en mi chapucero inglés medio "masticao". 

El amigo John volando pedal cerca de Marañonal de Esparza.

Pues, vea usted, John resultó ser un consumado ciclista que había pedaleado dos veces Australia, buena parte de Europa, algo de Estados Unidos y que ahora andaba dándose una vuelta por Costa Rica. ¡El hombre era una máquina sobre otra máquina! Yo pensé para mí: ¡Putis, este sí es un ciclista de marca!

Almorzamos en Esparza y en la tarde de ese día terminamos en un bar a la orilla de la playa en el Paseo de los Turistas en Puntarenas. Allí estuvimos contando algunas anécdotas de viajes y comentando sobre modelos y marcas de bicicletas. Como se ve en la siguiente foto, las botellas de la bici quedaron en segundo plano y fueron sustituidas por otras botellas en primer plano. Dicho sin miramientos, las cervezas remplazaron a las insípidas botellas de agua. A veces las circunstancias nos obligan que hacer estos sacrificios aunque uno no quiera, carajo.

¡En fin, esta fue una de las más bonitas y memorables fiestas de cumpleaños que he tenido!

También los guantes quedaron doblados y medio tapados debajo de un chonete.

Sin embargo, al día siguiente las cosas cambiarían de tono, pues me tocó vivir de modo indirecto un triste acontecimiento. Y es que en la vida y en los viajes uno nunca sabe qué pueda traer la marea. Pero esa historia la dejo para la siguiente entrega.

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