Una de las varas que me dieron mientras hacía caminatas como roco recién jubilado fue la de pensar que con una bicicleta se podían hacer viajes más lejanos e interesantes. Ahí empecé a imaginar el tipo de cleta que me convendría comprar: ¿Montañera?, ¿electroasistida?, ¿de ciudad?, ¿aro 26 o 28?, ¿marco de aluminio o de acero? Luego de considerar varias posibilidades pensé que una plegable con cambios sería la mejor opción. Así que con algo de la platilla de mi jubilación visité tres o cuatro ciclos. Anduve indagando un poco por aquí y por allá durante varios días; hasta que una mañana de abril del 2018 ocurrió mi primer encuentro. ¡Fue enamoramiento instantáneo y a primera vista: Karla I había llegado a mi vida! Ahí estaba ella, curvilínea, delgada, guapa, esbelta, monoplato con siete marchas. Era, además, muy fácil acomodarla en la cajuela de un taxi, en un bus o en la casa. Sin embargo, a pesar de todos los piropos y ponderaciones hechas debo reconocer que no me gustaba de K...
Comentarios
Publicar un comentario